No se me ha ocurrido una forma mejor de abrir boca con los discos instrumentales que con esta obra maestra de Tortoise. Desde lo más jazz y reposado hasta lo electrónico y experimental (machacón a veces), no dejan de ir y venir paisajes y melodías muy reconocibles que hacen de este su disco más redondo. Podía haber buscado cualquiera de los otros por aquello de no caer en la obviedad (un día de estos cuelgo el "Never Mind" de Nirvana y me quedo tan ancho) pero tampoco estoy para alardes, la verdad.
Y es que son instrumentistas geniales pero no caen en el virtuosismo aburrido de otros, ni se empeñan en demostrar nada que no sean un puñado de buenas canciones. Utilizan la repetición y el bucle con maestría, sabiendo dosificar arreglos de xilófonos, pianos o punteos de guitarra jazzeros para mantener intacto lo interesante de su propuesta. A pesar de ser un disco salpicado de maquinitas por todos lados no me resulta frío en absoluto, y en parte creo que es por el acertado orden de las canciones y ese hilo que une cada pista con la siguiente, ya sean niños jugando, un mismo sampler para canciones diferentes o un reprise de otra centrifugado y colocado a conciencia más adelante.
A destacar los temas que abren y cierran el disco (qué gran comienzo y qué gran final, demonios), la indiscutible belleza de "I set my face to the hillside", la curiosa "Ten day interval", "Jetty" y, en general, las más largas acaban dando más jugo que quizá otras que parecen más esbozos o experimentos. Un 9 para este discazo.
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